
Al entrar en el palacio tuve la sensación de que entraba en una cámara frigorífica. Una luz blanquecina se filtraba por los ventanales. Abroché la cremallera de mi cazadora y me dispuse a bajar las escaleras que conducían al primer sótano. Con la linterna encendida me dirigí hacia la puerta. Empujé pero ni se movió. Alguien había cerrado con llave, la busqué pero no encontré nada. Volví a subir a la primera planta. En un mueble adosado a la pared había un juego de llaves. Pensé que tal vez alguna valdría. Me dirigí al sótano, pero algo me detuvo. Oí un ruido al otro lado del pasillo. Parecía provenir de detrás de la puerta de la sala principal. Entré pero no ví nada. Me volví para salir y de nuevo oí el ruido, esta vez más claramente. Parecía el llanto de una mujer...me dejé guiar por mi fino oído. El llanto parecía venir de detrás de una puerta al fondo. Al intentar abrir comprobé que estaba cerrada. Probé con el manojo de llaves y voilé... conseguí abrirla. La empujé suavemente, a pesar de ello chirrió un poco. Al hacerlo el llanto de la mujer dejó de oirse. Terminé de abrir y me encontré en otro dormitorio similar exactamente igual al del sótano. Mi primer impulso fue ir a tocar y comprobé que esta también estaba caliente. El cuadro que colgaba frente el dosel era idéntico. La misma dama. Pero había algo distinto. Mientras que en la de la estancia del sótano se apreciaba una belleza inmaculada, en este el rostro aparecía con un toque de tristeza. Una lágrima caía del ojo izquierdo. Parecía tan real. La toqué y mi dedo se mojó. Me lo llevé al olfato y comprobé que olía a una fragancia embriagadora