jueves, 7 de febrero de 2013

El fantasma continúa tras una larga pausa

Por más que lo intento no recuerdo hacer memoria de lo sucedido, fue todo tan rápido, tan inesperado que no tuvimos forma de reaccionar, racionalmente ante lo que se abrió delante de nuestros ojos. Sólo recuerdo Matías llorando. Lo que pasó despues no llega, por más que lo intento a mi memoria. Sólo recuerdo el cuerpo cuerpo de Zacarías tendido cuan largo era sobre el mármol de la tienda de antigüedades....

martes, 15 de febrero de 2011

OUIJA

A pesar de que habíamos llenado el pequeño cuarto de velas, la oscuridad casi era total. Los cirios proyectaban nuestras sombras deformadas sobre las paredes y objetos. Con serios rostros fuimos ocupando nuestras sillas alrededor de una mesa redonda. La habíamos colocado justo en el centro de la sala. Uno a uno nos fuimos sentando. 
    El silencio era total. Casi ni se oían las respiraciones. Las ventanas cerradas y las cortinas corridas no dejaban pasar el mas mínimo ruido desde el exterior. Sobre la mesa una ouija con un vaso invertido. Un vaso de cristal de Bohemia tallado finamente a mano. El mismo vaso utilizado en la tienda de antigüedades aquel fatídico día. De nuevo creí oir la voz de Obiajulu pidiéndome que abandonara. Nuestras manos derechas se levantaron estendiendo el dedo índice.Estos suavemente se fueron posando sobre el borde del vaso, muy levemente, sin apenas rozarlo, con mucho miedo, temblando ligeramente.
   Un chasquido se oyó en la penumbra. Nos sobresaltamos. Era el ruido del fuego del salón que se había colado por debajo de la puerta cerrada. Noté el calor de la sangre subiendo por mis mejillas. No estaba seguro de estar preparado para esto. Miré a los ojos de cada uno de mis amigos buscando ayuda pero no obtuve respuesta. 
   Nadie pronunció una palabra en los  minutos interminables que siguieron. El vaso comenzó a moverse lentamente. Primero tembló. Nadie se atrevía a articular palabra.
Matías se puso más pálido aún de lo que era normalmente. Sus ojos se inyectaron de sangre y arrancarón a decir: 
    - Hay alguien con nosotros?
El vaso súbitamente se dirigió al sí. E inmediatamente comenzó a girar por el centro del tablero a tal velocidad que se nos escapaba de los dedos. Después de dar más de diez vueltas salió disparado y se estrelló contra un figura de mármol situada en un rincón a mi derecha.
   El pánico se apoderó de nosotros y abandonamos nuestros puestos, de tal manera que alguna silla cayó sobre el desnudo suelo de madera. Mas calmados de nuevo nos sentamos a la mesa. Esta vez prescindimos de la ouija y del vaso hecho añicos. Cojidos de la mano volvimos a formar un círculo.

martes, 23 de noviembre de 2010

La voz Obiajulu

.-La respuesta a tus preguntas está en tu interior.- Retumbó en mi cabeza.

Era la voz de mi amigo, de mi querido amigo Obiajulu. Me decía que tuviera el valor de mirar en mi interior. Hacía mucho tiempo que no miraba hacia dentro. Mi corazón dañado no admitía más cristales rotos. Me costaba entregarme, me costaba querer. Un escudo infranqueable se fue creando alrededor mío. Me estaba cerrando en una prisión de acero. Eliseo tenía razón cuando me decía que debía confiar de nuevo. Que yo no tenía nada que ver con lo ocurrido. Que fue cosa del destino. Que si ocurrió fue porque estaba escrito.
Pero yo no creía que fuese verdad. El destino lo vamos creando poco a poco con nuestros actos. No hay nada escrito. El destino se puede cambiar. El destino no existe. El destino varía. La realidad vivida por mí no era la misma realidad vivida por ninguno de los otros cuatro. Me quisieron convencer que no fue por mí por lo que Zacarías había tomado aquella fatídica decisión.

De repente apareció Eliseo, que me protestó por estar aún levantado. Aunque no tenía ni pizca de sueño no me quedó más remedio que acompañarlo a la cama.

Cuando desperté oí risas que venían del porche. El lado donde dormía mi amor estaba vacío y frío por lo que supe que hacía tiempo que se había levantado. Abrí la ventana para mirar y sentí un escalofrio que me hizo retroceder.

Cuando entré en el baño me encontré la bañera llena de agua caliente y sales olorosas. Nunca pude entender como se las apañaba Eliseo para saber lo que me apetecía en cada momento. El largo baño tomado me alivio la resaca y el desayuno a base de zumo de frutas, té rojo y pastas de cereales acabó por despejarme.

Teníamos por costumbre la mañana del Sábado dar un paseo por los alrededores. En esta ocasión no me olvidé de mi cámara réflex. No quería perder la ocasión de fotografiar a mis queridos amigos todos juntos. Hice cargar a los gemelos con el trípode para sacar fotos de los cinco juntos.

El paisaje era espectacular.La Cordillera Cantábrica al fondo. El día estaba despejado y se podía ver la silueta que este sistema montañoso forma, donde dicen que se refujiaron los Cántabros para protejerse de las Legiones Romanas. Al otro lado el mar Cantábrico suele golpear con fuerza queriendo romper esta barrera que impide el paso al interior de la península.

La mañana pasó pronto y nuestros estómagos empezaron a protestar pidiendo alimento. Nos acercamos a la posada de Bertu. Este nos recibió con la amabilidad a la que nos tenía acostumbrados y nos agasajó con un menú a base de anchoas y Sorropotun de Cantabria, un guiso de atún con patatas rojas, que puso a callar a nuestros estómagos. Terminamos con tomar arroz con leche que era la especialidad de la casa. A la hora del café ya nos habíamos acomodado y parecía que no había pasado el tiempo. Las conversaciones eran fluidas y el ambiente tan agradable que me olvidé por completo del motivo por el que nos habíamops reunido.

Bertu era un virtuoso del piano y nos amenizó tocando melodías tan bien interpretadas que, Fernando, bueno ahora Isabel nos deleitó con su voz. Fue un momento mágico. Me hizo regresar al momento en que nos conocimos.

La tarde cayendo estaba y con mucho pesar nos despedimos de Bertu. El regreso fue muy silencioso. Aunque no lo habíamos hablado todos sabíamos que llegaba el momento de sacar a la luz los fantasmas....

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Un amor no correspondido

Los primeros en ir a dormir fueron los gemelos. Les siguió Eliseo que se encontraba cansado por haber conducido varias horas.
El fuego del hogar era muy agaradable a aquellas horas de la noche. Las luces de la casa estaban apagadas. Nos alumbramos con velas y el resplandor de la hoguera.
Matías estaba placidamente recostado en un sofá de capitoné de color burdeos. Llevaba una bata de terciopelo estampada con letras chinas. Era un poema.

EN LAS MONTAÑAS, A UN AMOR PERDIDO

No advertí tu leve paso

en las aguas arrugadas de mis sueños,

el amanecer azul del rio

mezcló tus pies transparentes

con las hojas doradas del otoño.



¿Me habrías amado ciegamente?

¿Habrías lavado tus cabellos

en el vino oscuro de mis labios?



Ya sólo te puedo ofrecer el viento de mi amor

y la blanca canción de mis huesos helados.



Wang Bai-Yi (681-752)

(Traducción: L. Tamaral

Me sentí muy feliz observando la belleza de mi amigo. Su piel de un blanco nacarado relucía al resplandor de las llamas. En la mano izquierda sujetaba una copa de vino tinto. El color de este vino se fundía con el de sus labios que contrastaban aún más en la penumbra en la que nos encontrábamos. Hubo un fugaz momento en el que me miró profundamente y creí vislumbrar el nacimiento de una furtiva lágrima que rápida y disimuladamente secó con la mano derecha. Al hacerlo me fijé que llevaba puesto el anillo que le regalé en su dieciocho cumpleaños. Yo siempre supe de su silencioso amor por mí. Un silencio que nunca se había roto. Parecía haber un pacto entre los dos del que nunca habíamos hablado. Siempre había estado claro que mi amor por él sólo era filial. Precisamente lo que me hacía quererlo más era el respeto con el que él se comportó siempre, en relación a este tema. Yo siempre estuve enamorado de Eliseo. Desde el momento en que lo vi por primera vez en el mercadillo.
Lentamente depositó su copa sobre la mesa velador, se incorporó tan suavemente como lo haría un angel flotando sobre la alfombra. Pasó suavemente sus manos sobre mis hombros y, sin decir nada, le vi desaparecer al final de la escalera que llevaba a los dormitorios.
 
Me quedé solo viendo como las llamas de la chimenea bailaban una danza imaginaria con las sombras que ellas mismas proyectaban. Me levanté para tomar la última copa. Me gustaba hacerlo a solas conmigo mismo y mis pensamientos. Sobre la mesa de comedor seguía la cajita donde se guardaba la alaja encontrada hacía tantos años. Sabía que todos esperaban que fuera yo quien la abriera y así lo hice. Al abrirla un rayo de luz inundó la estancia y me cegó por un momento. De nuevo sentí como si la alfombra se moviera bajo mis pies, La sala giró a mi alrededor y me vi de nuevo en la misma playa dorada donde mi amigo Obiajulu sembró una lágrima...

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Cambio de sexo

Cuando isabel y Fernando se volvieron para saludarnos, comprendí la unión tan perfecta que siempre había habido entre ellos. Estaban bellísimos los dos. Hasta pasado un buen rato no me di cuenta de la realidad. Era tal la perfección en sus rostros que era casi imposible averiguar quien era quien. Sólo observando detenidamente sus miradas, los que los conocíamos podíamos saber la verdad. Tanto isabel como Fernando habían nacido en un cuerpo cambiado. La delicadeza de uno se complementaba con la rudeza de la otra. Con el paso de los años se habían hecho más iguales. Habían llegado a un punto en el que no se sabía quien era quien. Físicamente eran perfectamente iguales. Sólo podías ver las diferencias si los encontrabas desnudos. Cosa que nunca ocurría. Se guardaban mucho de mostrarse sin ropa ante nadie que no fueran ellos mismos. Cambiaban sus papeles tan amenudo que ya ni nos molestábamos en intentar saber quien era una u otro. Los aceptábamos como si fueran uno solo.

Ahora se les veía más felices que nunca, porque ahora si había una diferencia. Ella se había convertido en él y él en ella definitivamente. Había sido una operación de cambio de sexo complicada pero eficaz. Se trasplantaron mutuamente y consiguieron corregir el error cometido por la naturaleza. Pero seguían tan unidos como siempre y era muy difícil que nadie se acercara a ninguno de ellos sin la aprobación del otro.

Se acercaron a nosotros y los cinco nos fundimos en largo y caluroso abrazo. Volvíamos a ser los mismos. Hasta Eliseo me transmitió el amor que tanto echaba yo de menos.

Fue una velada muy agradable. Isabel, la auténtica, preparó una de sus especialidades y lo regamos con un Marqués de Cáceres. Nos bebimos tres botellas entre los cinco, lo que hizo que fluyera la comunicación entre nosotros como si no hubiera pasado el tiempo. Recordamos viejos tiempos y llegado al punto del motivo por el que nos habíamos reunidos todos permanecimos un buen rato en silencio sin atrevernos a decir nada. El recuerdo de Zacarías pesaba demasiado...
El primero en romper el silencio fue Matías. Sacando una pequeña caja de uno de los bolsillos la depositó sobre la mesa. Ninguno se atrevía a abrirla.

miércoles, 27 de octubre de 2010

EL REENCUENTRO

Hablé a Eliseo acerca de mi cita con Matías. Lo que no le conté fue que había quedado con él para hablarle del asunto que me tenía en vilo. Matías poseía una de las mentes más lúcidas que yo conocía y era un experto en sucesos paranormales. Nadie como él para encontrarle sentido a lo que me estaba ocurriendo. No en vano llevaba años recorriendo el mundo hablando de este tipo de casos. Estaba seguro de que podría ayudarme. No le puse en antecedentes, sólo le pedí que trajera el anillo que encontramos cuando éramos adolescentes. Por suerte aún lo conservaba.

En el último momento Eliseo dijo que me acompañaría. Que había pedido el día libre en el Geriátrico. El también tenía ganas de ver a Mati. La noche anterior me acompañó en mi borrachera y me hizo el amor como hacía mucho. Tal vez el revivir momentos de tiempos en los que fuimos inmensamente felices le puso eufórico o talvez fue producto del alcohol. 

Decidimos ir en su coche. A mí no me gusta conducir y aprovecho siempre que puedo para ir en el asiento de al lado. Habíamos quedado para pasar el fin de semana en la casa que Mati posee en la montaña. Estaba situada en una  loma con unas vistas impresionantes a un valle.


Cuando llegamos estaba atardeciendo. El sol se estaba ocultando. Los débiles rayos que desprendía se reflejaban sobre los ocres y amarillos de las ojas caídas de los árboles y de las que aún luchaban por permanecer en las ramas. Era un espéctaculo maravilloso ver los colores del otoño. Los árboles se desnudaban y dejaban caer sus hojas como dorados copos de nieves. Como el confetti de una fiesta de bienvenida. Era como si la alegría que sentíamos por ver a nuestro amigo se la transmitiéramos a la naturaleza y esta nos lo agradecía saludándonos  a nuestro paso.

Bajo el porche pude distinguir la figura de nuestro amigo. A pesar de no lucir ya el sol, llevaba unas gafas oscuras para proteger sus ojos. Esos ojos, que en más de una ocasión nos habían salvado de caer en alguna trampa. 

Nos saludó de lejos y pudimos ver como asomaba una dulce sonrisa entre sus carnosos y rojos labios.

Cuando nos encontramos, nos  fundimos en un prolongado abrazo los tres. Era tan emocionante encontrarnos de nuevo que no pude reprimir una pequeña lágrima.

-.Pasad, tengo una sorpresa para vosotros...

La temperatura en el interior era muy agradable. Dos figuras de espaldas a nosotros y frente a la chimenea se dibujaban al fondo. Enseguida comprendí cual era la sorpresa: Isabel y Fernando...

jueves, 21 de octubre de 2010

LA LÁGRIMA DE OBIAJULU

Anoche me acosté tarde. No tenia sueño. Los nervios por el encuentro con Matías no me dejaban dormir. Estaba ansioso por ver a mi querido amigo. Hacía años que no nos veíamos. Manteníamos contacto por msn y por teléfono, pero en pocas ocasiones habíamos podido quedar para vernos. Las muchas conferencias que daba por todo el planeta le mantenían alejado de mí y del resto del grupo. La última vez que nos reunimos todos lo hicimos con motivo del funeral de su madre.Amalia, apareció al cabo de diez años. Cuando encontró una carta que explicaba los motivos de su huida, pero de eso hablaremos en otro momento. pasó los últimos años en un manicomio llena de dolor. Sus pupilas estaban raramente dilatadas en forma de media luna. Me tomé varias copas viendo una peli: No me acuerdo cuando me quedé dormido. Lo que sí recuerdo fue el sueño que tuve. Paseaba por una playa cuya arena era de color rosa. Era al atardecer. El sol se reflejaba en las aguas de un rosa suave formando una imagen de postal de enamorados. La bahía estaba desierta. En un momento me vi frente a un árbol formado por miles de lágrimas de amatista tan hermoso que creí que había muerto y me encontraba en el Paraiso. Enseguida comprendí que había nacido ese árbol fruto de la lágrima que un día mi amigo Obiajulu derramó en la arena. Lágrima que representaba todas las lágrimas derramadas en tantas playas por su gente, por la mía y por la de todos. En el sueño vi como una figura de mujer se acercaba a mí y me susurraba al oído algo que no entendí: Cola de dragón rosa. Después desapareció. Miré hacia el mar y pude ver también, los tristes ojos negros de mi amigo. Una fina lluvia comenzó a  caer y me nubló la vista. En ese momento desperté empapado en sudor. Un sudor frío como si la luvia del sueño me hubiera mojado.