miércoles, 13 de octubre de 2010

Matías

Los ojos de Matías eran tristes, muy tristes. Los más tristes que recuerdo. Oscuros. Tan  oscuros que daba miedo mirarse en ellos. Contrastaban enormemente con la palidez de su rostro. Era hijo de la noche. Su madre lo engendró un día de Luna Nueva. Nunca se supo del padre. Cuando se quedó embarazada no se escondió como el resto de madres solteras. Había varias con hijos sin padre. Pero esas no salían a la calle y escondían su vergüenza. Amalia, que así se llamaba la madre de Matías, presumía de su embarazo. Decía que el padre de su hijo vendría a buscarla para llevarla con él. Dicen que era tan hermosa que los hombres quedaban embrujados por su belleza . Las verdaderas viejas brujas del pueblo la maldecían por lo bajo y escupían a su paso.  Una noche de luna llena desapareció. Dicen que la vieron dirigirse al bosque y que, una vez dentro, trazó con una rama un círculo a su alrededor y entonó un canto que asustó a los animales que vivían en esos parajes. Quien la vió dice que lo hizo por casualidad. Había salido a cazar aves nocturnas. Oyó un ruido de pisadas de ojas secas. Se asustó pensando que era el guardia forestal y se escondió tras una haya. Desde allí lo vio todo. Vio como la mujer se desnudaba a la luz de la luna. También vio como brillaban sus pechos erguidos y abiertos como ramos de jacintos. El círculo se llenó con una luz roja que en un momento le cegó los ojos. Cuando los abrió la bruja había desaparecido. Corrió como alma que lleva el diablo a refujiarse en la Iglesia. Guardó silencio durante años. Pero una noche bebió más de la cuenta y con los vapores del alcohol se le soltó la lengua. Nadie le creyó en ese momento. Cuentos de viejo borracho.

Tal vez por todo eso la mirada de matías era tan oscura y triste. Había crecido oyendo todo tipo de especulaciones. Unos decían que había escapado con su padre, que era un preso político, evadido de la cárcel. Que en su huida a América, no quisieron cargar con un niño. Otros que el padre era un joven hermoso que un día se cruzó con ella y a la sombra de los árboles consumaron el hecho. La verdad se supo muchos años después. Amalia había sido violada por el hijo del alcalde y cuatro amigos más en noche de borrachera. Los cinco murieron esa misma noche en accidente de tráfico.

Una mujer madura que no tenía hijos se hizo cargo de Matías. Intentó como pudo que el niño fuera feliz. Lo consiguió a medias. Durante dos años fue un niño uraño y meláncolico. Caminaba pegado a las paredes. Tenía miedo del sol. Sólo jugaba con nosotros al atardecer. Cuando viajábamos por las alcantarillas él no necesitaba antorcha. Sus pupilas se dilataban y podía ver en la oscuridad. Se adelantaba siempre a todos. Se le podía ver por su extrema palidez. En la oscuridad ya no tenía miedo. Se quitaba la ropa y dejaba que su cuerpo se llenara de la luz blanquecina de la luna que se filtraba por las juntas aún no soldadas.

El fue el que encontró la alaja que llevamos a Zacarías...

1 comentario:

Vaquero Jack dijo...

Querido Juan,

Gracias por compartir tu nuevo relato, Matias. Son tan claras tus descripciones, que se quedan los grandes ojos negros de Matias en mi mente.

Te mando un abrazo,
VJ